LA PAZ COMO CAMINO

por: Iván Cepeda Castro (publicado en ELTIEMPO.COM)

Como resultado del diálogo epistolar entre el grupo de Colombianas y Colombianos por la Paz y la guerrilla de las Farc, se ha presentado en los últimos años una serie de liberaciones unilaterales de personas que estaban en poder de la organización guerrillera.

La finalidad de ese diálogo ha sido buscar que, mediante el respeto de normas enunciadas en el Derecho Internacional Humanitario, pueda llegarse a un clima favorable a la solución del conflicto armado mediante un proceso de negociación política.

En la segunda carta enviada por Colombianas y Colombianos por la Paz en noviembre del 2008, se señalaba que uno de los objetivos esenciales de ese proceso es la eliminación del secuestro como método de guerra y de financiación: "Creemos que la práctica del secuestro es de por sí inhumana, y no se le puede defender sin que al mismo tiempo se ingrese en el terreno cenagoso donde campea la divisa de 'el fin justifica los medios' ".

En esa misiva se preguntaba a los líderes de las Farc si estaban dispuestos "a abandonar de manera definitiva la práctica del secuestro". También se recordaba que un antecedente significativo en esta materia estaba contenido en el segundo apartado del Acuerdo de La Uribe, suscrito en 1984, en el que la guerrilla se manifestaba dispuesta a estudiar el abandono del secuestro "como arma política y económica".

En su respuesta a la pregunta formulada, las Farc afirmaron: "La guerra, a medida que se generaliza, produce efectos dolorosos y no deseados. Con franqueza les comentamos que no está dentro de nuestro ideario ni en nuestros principios la eternización de estos métodos. De hecho, lo hemos manifestado estando inmersos en diálogos que buscaron la paz con anteriores gobiernos, como bien lo resaltan en su nota".

El avance en nuestra sociedad de la conciencia en materia de derechos humanos y del propio derecho humanitario ha convertido en imperativa la decisión de adoptar reglas básicas de respeto a los no combatientes, como condición insoslayable en el desarrollo de la confrontación.

Se ha hecho evidente el rechazo al secuestro en todas sus manifestaciones: como medio de financiación, como forma de resolver el qué hacer con los miembros de las Fuerzas Armadas llevados a rendición -cautiverio que en algunos casos se prolonga por más de una década- o como medio político de presión al adversario.

Esa conciencia se ha venido expresando igualmente en el repudio creciente a otras prácticas, como la desaparición forzada, el desplazamiento forzado y las ejecuciones masivas, mal llamadas 'falsos positivos'.

La necesidad de adoptar la Ley de Víctimas y de Restitución de Tierras en el Congreso de la República demuestra que las cuestiones relacionadas con las violaciones de la dignidad humana se han ido convirtiendo en un asunto central del debate público en el país.

De este modo, el trabajo paciente que desde hace años realizamos Piedad Córdoba y un grupo de personas para lograr hechos unilaterales de carácter humanitario puede contribuir a propiciar una situación nueva para alcanzar la paz: la declaración en que las Farc hagan un compromiso solemne y verificable de renunciar al secuestro en todas sus modalidades abriría la puerta para el diálogo y estimularía seriamente otros signos positivos que se han presentado en la actual coyuntura política.

Actitudes de cada lado

Como se sabe, en diversas intervenciones públicas el presidente Juan Manuel Santos ha hecho expresa la voluntad del Gobierno Nacional de avanzar hacia la paz. En sus palabras se advierte la convicción de que si Colombia quiere ser aceptada en la comunidad internacional como una nación moderna y una economía próspera, sin lugar a dudas ha de poner fin a una de las guerras internas más prolongadas que existen hoy por hoy en el planeta, respetar los derechos humanos y desarrollar la democracia.

Por su parte, los jefes guerrilleros también han hecho declaraciones en las que se formulan propuestas para avanzar en esa dirección: además de las liberaciones unilaterales en el caso de las Farc, el Eln propuso un cese de hostilidades para facilitar la atención de las víctimas de la ola invernal.

No obstante, como la experiencia indica, la dinámica del conflicto armado colombiano hace que las oportunidades para consolidar escenarios propicios para el inicio de diálogos de paz no se presenten con frecuencia, y que cuando las hay deban aprovecharse sin dilaciones.

Como sostienen informes recientes, los golpes militares asestados a la guerrilla están provocando el surgimiento de nuevas estrategias bélicas. Se corre el riesgo de una mayor fragmentación del conflicto armado y del empleo de métodos y armas que lo degraden aún más. Por eso se requiere pronto llegar al momento en que, cara a cara, se sienten en la mesa de diálogo y negociación los representantes de las partes del conflicto armado.
Un nuevo proceso de paz en Colombia requiere la asimilación de las lecciones del pasado: de sus aciertos, pero sobre todo de sus errores y carencias.

Su carácter no será el de una simple desmovilización y entrega de armas, pero tampoco el de una negociación maximalista. Debe tener tiempos precisos, no puede prolongarse sin un cronograma que agote fases explícitamente concertadas y no puede dejar de lado a sectores decisivos, como los líderes empresariales y las Fuerzas Militares. Debe planificarse en todos sus detalles en medio de la discreción, para que cuando llegue su fase pública no se corra el riesgo de interferencias o manipulaciones que den al traste con los avances logrados.

Siguiendo a Gandhi

Las medidas de carácter humanitario pretenden la máxima limitación posible del sufrimiento en la guerra. La proscripción de determinados métodos y conductas en los conflictos armados es un postulado al que ha llegado la humanidad después de padecer siglos de barbarie.

Para Colombia, país que ha sufrido la violencia en ciclos de larga duración, la aplicación de esas normas es un signo esperanzador. Pero ello hoy es insuficiente.

Podemos aspirar a que de manera pronta se sienten a la mesa de negociación los representantes de las partes del histórico conflicto armado que ha dividido nuestra nación. Tenemos la oportunidad de pasar del estadio en que hemos intentado, una y otra vez, construir el camino hacia la paz, para comenzar a trasegar la paz como camino, siguiendo la enseñanza de ese gran hombre de la no violencia, Mahatma Gandhi.

IVÁN CEPEDA CASTRO*
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
* REPRESENTANTE A LA CÁMARA Y MIEMBRO DE COLOMBIANAS Y COLOMBIANOS POR LA PAZ

Fuente: http://www.eltiempo.com/colombia/otraszonas/esta-cerca-el-fin-del-secuestro-contesta-ivan-cepeda_8850845-4

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